El año bisiesto de Michael Rowe

Quería retratar a los amantes como dos insectos, sin erotismo

Por Sergio Raúl López

A lo largo de siete años, un escritor australiano radicado en México, transformado de poeta y dramaturgo a editor de revistas, buscó infructuosamente a un director para filmar los guiones que hacía en sus horas libres. Más por desesperación que por convicción, tuvo que encargarse de la realización de su primera película. Y, sorpresivamente, ganó en Cannes.

Con recursos mínimos y sin prácticamente ningún apoyo oficial -excepto para postproducción-, Michael Rowe logró filmar Año bisiesto (2010), una cinta que, a primera vista, pareciera una oda a la sexualidad como compulsión, un descendimiento a las patologías sadomasoquistas y una mirada voyeurista a las prácticas copulatorias de una mujer soltera. Pero bien mirada deviene, más bien, en un acercamiento exploratorio de la soledad despiadada que puede producir la cotidianidad citadina actual, pese a la sobreabundante oferta tecnológica de comunicaciones virtuales. La soledad, sí, pero también el has- tío, el aburrimiento, la evasión, e incluso las pulsiones tanáticas se mezclan en este relato descarnado, directo, verista.

La cinta se filmó -excepto por la primera escena en un supermercado- en un modesto departamento citadino. En su interior atisbamos la vida cotidiana de Laura (interpretada por la actriz Mónica del Carmen), una redactora que colabora a distancia en revistas de negocios, carente de vida social, que suple con furtivos y frecuentes encuen- tros sexuales con desconocidos. Aislada del mundo, excepto por el teléfono, el Internet y la televisión, la vida de esta oaxaqueña llamó la atención del mundo cinematográfico local cuando obtuvo la Cámara de Oro en Cannes, apenas en mayo anterior.
El encuentro fortuito con Arturo, un cultor de prácticas sexuales sadomasoquistas (Gustavo Sánchez Parra), se convierte, para esta mujer abandonada, en una secreta, íntima esperanza de dar brillo a la grisura de su existencia, así sea revelando la despiadada depresión y angustia que se ha negado a admitir.
Tras estrenarse en México en julio pasado, en el festival guanajuatense Expresión en Corto, la primera película de Machete Producciones que lo mismo incomoda que atrae al público, fue estrenada en la cartelera comercial el viernes pasado. Y se presentará, en estos días, en el octavo Festival de Morelia, actualmente en curso.

-No es un fenómeno tan visible en la sociedad, pero no sólo hay familias incompletas y madres solteras sino hombres y mujeres solos, con relaciones virtuales.
-Es la falta de vínculo emocional real. Yo llegué a México de Australia hace 16 años: no hablaba español, no conocía a nadie y viví seis años solo, en diferentes departamentos rascuaches, sin entender la cultura ni la gente. Viví muy aislado y fue una época emocionalmente muy difícil para mí. Me interesó explorar eso y de ahí sale el material del guión.

-En las grandes ciudades, por su misma amplitud, somos testigos de muchedumbres abandonadas de sí, solas.
-La soledad urbana, el estar sin vínculos afectivos significativos, estando rodeado de gente y de medios de comunicación, es un fenómeno cada vez más fuerte, porque lo que nutre al ser humano emocionalmente es el contacto real, de cuerpo presente, físico. Creo que las amistades por Internet y virtuales nomás no lo son; sin embargo, cada vez ocupan más de nuestro tiempo. Es un fenómeno de la sociedad contemporánea que va in crescendo: este aislamiento en Internet estando rodeado de millones de personas. Es como el marinero que se muere de sed estando rodeado de agua, porque no le sirve para tomar. Así estamos, es una especie de anorexia social.

-La sexualidad en el cine es un asunto espinoso. ¿Cómo decidió abordar la sexualidad de manera más cotidiana y natural, sin tener premisas moralinas como sucede comúnmente?
-Yo creo que estamos acostumbrados a ver el sexo en el cine retratado como una experiencia subjetiva e idealizada, es decir, con tomas cercanas de diversas partes del cuerpo, lentas disolvencias y música romántica de fondo. Y creo que si ves a dos seres humanos copular en un cuarto, así no es, eso no es lo que está pasando. Hay mucho jadeo y mucho sudor y fluidos corporales y vellos púbicos, tampoco se hacen caras particularmente atractivas, pero eso no es lo que estamos acostumbrados a ver. Nos dan el lado pudoroso. Me interesaba retratar el sexo como es: los amantes como dos insectos, escenas depuradas de toda carga erótica. Porque mi meta de exploración en esta película no es erótica, trata la soledad y los mecanismos que usamos para intentar escapar de ella. El sexo no es el enfoque de la película, pese a que hay mucho.

-Además está el sentido moral del cine. Hay mucho pudor no sólo de retratar el sexo como es, sino de retratar la vida como es, así de aburrida o de cotidiana o de sola.
-Siempre intentan estilizar. Y finalmente creo que el cine consiste, de cierta forma, en renovar los mitos que hemos heredado y en ese sentido tiene un aspecto evidentemente moral, no moralino, y hay una tendencia actual a que todas las lecciones morales refuercen los códigos de conducta aceptados socialmente y refuerzan al status quo. Y se entiende que se haga eso en una industria que tiene influencia política; pero la gente no es pendeja, no siempre queremos ver eso.

-Es que al final estas fantasías, estas ficciones, están muy alejadas de nosotros. Sus relatos con cuentos aspiracionales son más que vivibles, su cine rompe con esa aspiración.
-Es un cine que tiene su lugar, pero no me angustia ni me ocupo de eso porque ya hay mucha gente que lo está haciendo. El cine como distracción y di- versión ya tiene quien lo haga, a mí me interesa explorar las dificultades del individuo y ser una voz crítica de la sociedad en la cual vivimos. Y verlo desde afuera, no estar integrado a la causa.

-Vivimos, además, en sociedades cada vez más conservadoras, en general.
-En todo el mundo la política está tirada a la derecha desde hace mucho. Y el mundo está hecho para los intereses del uno por ciento de la población, que son los dueños, y los demás somos ganado al que nos dan pan y circo a través del cine y no estoy de acuerdo con eso. Mi propuesta es una alternativa a eso.

Este artículo se publicó originalmente en la sección de cultura del diario El Financiero (18/X/2010).

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