Los pacíficos emigrantes desempleados de «Jean Gentil»

Con las imágenes del terremoto, la película lograba cerrarse

Por Sergio Raúl López

Curioso: tras el arrasador terremoto ocurrido el 12 de enero del año pasado en las Antillas, las pantallas televisivas fueron abarrotadas, a mansalva, por repetitivas imágenes que daban cuenta de la destrucción avasalladora y la muerte de cientos de miles en Haití. Pero otro país comparte esa misma isla: La Española, la incólume República Dominicana.

Cierto: ambas naciones habitan la segunda isla más grande del Caribe. Lo que fuera el primer territorio colonizado de la América, ahora se divide por dos idiomas: el español y el francés -junto con el criollo haitiano o créole-, dos sistemas de gobierno y dos economías contrastantes. Y esas diferencias, provenientes de los años de conquistas nuevas y de búsqueda irrefrenable de oro para la Corona española y de corsarios franceses, ingleses y holandeses rondando esos tesoros, muestran su herencia aún hoy en día con una terrible complejidad.
Pero que la dominicana Laura Amelia Guzmán (Santo Domingo, 1980) encontró resumidos en la contradictoria y frustrada figura de su cuarentón profesor de créole, Jean Remy Genty, un haitiano radicado en Santo Domingo, de confesión católica, quien además de hablar su natal francés conoce español e inglés y aspira a una vida digna dedicado a la enseñanza y la traducción.
Así que, tras dirigir con éxito su primer largometraje, junto con su esposo, el mexicano Israel Cárdenas (Monterrey, 1980),Cochochi (México, 2007), una cinta protagonizada por un par de niños tarahumara que deben cruzar la sierra en un caballo que toman sin permiso, y hablada en su propia lengua, decidieron recurrir a este hombre piadoso a la vez que amargado con su vida para protagonizar su segundo filme.
El resultado es Jean Gentil (México- República Dominicana-Alemania, 2010), un retrato sobre las preocupaciones y las interminables disquisiciones de este hombre negro, de vestimenta formal y de su amplio mundo interior, pleno de deseos por una compañera, por trabajo estable, por dignidad en una gran ciudad en crecimiento que lo ignora. De ese hombre aparentemente taciturno, simplón y destinado al fracaso, la pareja de cineastas extrajo un retrato en cercanía extrema, siempre manteniendo una visión en lontananza, desde la distancia, panorámica, lo mismo en el relato que con la cámara fotográfica.
La película, coproducida por Canana Films y Aurora Films, fue estrenada el año anterior en la sección Horizontes de laMostra de Venecia, donde ganó una Mención Especial del jurado y, luego, obtenido un Alexander de Bronce en Tesalónica, una Mención Especial Signis en La Habana y otro Premio Especial del jurado en la sección Iberoamericana de Ficción en Guadalajara. Ahora, tras formar parte del Foro Internacional de Cine, será distribuida por la Cineteca Nacional con 60 copias a partir del 7 de octubre.

-La película transcurre prácticamente en su totalidad en Dominicana, pero posee un espíritu haitiano inocultable. El personaje mismo es la metáfora de esa isla con dos realidades tan distantes…
Laura Amelia Guzmán: República Dominicana y Haití comparten una isla pero no muchas cosas más, empezando por el idioma, por lo que no hay mucha comunicación pese a que cada vez tenemos más haitianos en Dominicana. A mí me gustaba aprender idiomas, como el créole y así fue como conocí al profesor Jean Remy Gentil. En principio no quise hacer una película del tema dominico-haitiano, del que se habla tanto en Dominicana, incluso hay cierto tabú y nos daba miedo meternos ahí porque hay gente que sabe mucho más de ese tema. Lo veíamos como una manera de acercarnos y hacer un retrato íntimo de este profesor que se convirtió en mi amigo, que nos tenía mucha confianza y me hablaba muy sinceramente. Obviamente él nunca se cuestionó regresar a Haití: su realidad estaba en Dominicana. Nosotros teníamos escrito el final de la película como un regreso de su alma hacia la ciudad, pero en eso sucedió lo del terremoto y decidimos filmar tanto el sobrevuelo en Santo Domingo como sobre Puerto Príncipe y cuando vimos esas imágenes sentimos que la película se cerraba, que agarraba otra dimensión, totalmente. Eso es rico, cuando la realidad te aporta a lo que has escrito y se queda chiquito.

-No sólo se trata de los conflictos de la lengua y la integración en la isla, sino una pregunta más amplia: ¿por qué cierto conocimiento no tiene valor económico en una sociedad?
Israel Cárdenas: Uno puede estar preparado para muchas cosas, pero no son necesariamente las que encontrarás en la vida. Creo que Jean es producto de una sistematización de la escuela, de la industria, lo prepararon para lograr hacer algo y cuando se da cuenta que eso no existe para él, se pregunta qué hizo mal y, como es religioso, se lo cuestiona a Dios: trata de ser una persona buena, de no molestar a nadie, estudió y no lo logra, y llega a un punto de frustración en el que ya no puede canalizar ninguna oportunidad buena que le da la vida, no la sabe asimilar, está duro por dentro, no puede fluir, no se puede amoldar a lo que tiene enfrente. Esa vez fue el terremoto, pero Haití ha vivido muchos desastres y mucha intervención y traen cargando algo muy muy pesado que es muy difícil de entender. No necesitamos dar mucho diálogo ni hablar tanto como para entender el malestar que este hombre tiene.

-Muchos documentales latinoamericanos toman como gancho la denuncia sobre los derechos civiles de avanzada, pero no reflejan la condición humana, que es tan inexplicable como lo que se encuentra en Jean Gentil.
IC: Complejo, tan complejo que no terminamos de entenderlo ni aun habiendo hecho la película, ni viéndola. Creo que esta cinta ha dado un primer paso, abrimos una ventanita que siento que no existía en Dominicana, una película que no dice quién es el bueno y el malo, si estoy siendo abusador o si soy abusado. Y aún mucha gente ignora que ambos países comparten isla o que el hai- tiano es tan diferente del dominicano, no se imaginan que la otra mitad de la isla es un nundo diferente.

DESAHOGOS
Frente a la cámara
Cuando Israel Cárdenas y Laura Amelia Guzmán paneaban la narración de Cochochi desde los ojos de la niñez tarahumara, todavía no existía la posibilidad de conseguir fondos gracias al artículo 226 de la Ley del ISR (Eficine), ni muchos de los apoyos que ahora existen. Es por ello que tuvieron que recurrir a la gente que simplemente confiaba en su proyecto. Fue una especie, recuerdan, de «golpecitos de suerte».
Pero ya para su segundo largometraje: Jean Gentil, lograron ser objeto de diversos fondos internacionales, desde el Hubert Bals holandés, el Visions Sud Est suizo y el programa Ibermedia hasta el World Cinema Fund alemán y el del Festival de Locarno.
-Con Jean Gentil -dice Israel- nos enfrentamos con algo diferente: mientras en Dominicana nadie se avienta a invertir en una película que no le dará gana- ncias en tres semanas, los apoyos a la producción aumentaban en México. Em- pezamos a ver nuestras posibilidades de financiamiento y encontramos estos fondos que generalmente son auspiciados o tienen como marco un festival como Rotterdam, Locarno, y también el fondo Ibermedia, que fue la manera de oficializar la coproducción México-Dominicana. Y de ahí ya fue tocar puertas, pedir prestada una cámara, una casa, y se logró filmar. Estos mismos fondos, por cierto, le han dado la facilidad de que se vea fuera de Dominicana y de México.

-¿Cómo fue el proceso de indicarle a Jean Remy lo que tenía que hacer sin que perdiera lo natural, el tono cotidiano?
-Durante estos encuentros en el campo -dice Laura Amelia-, que eran desahogos de horas y horas, tratamos de te- ner la cámara siempre presente, filmándolo, filmándonos, para que él perdiera esa presencia de la cámara, de ser observado, sino que ya fuera parte de una rutina. Y poco a poco fuimos identificando cosas que nos gustaban de él, ya específicas, visuales y auditivas, para la película. Luego nos fue muy sencillo empezar a escribir un guión, lo que sabíamos que él iba a hacer. y comenzar a descifrar a dónde queríamos llegar con la película.

-El filme es muy rico visualmente: no sólo retrata a un individuo peculiar, si- no que lo hace en un entorno cinematográfico muy funcional y estético.
-Además de la búsqueda por entender a Jean, teníamos el contrapunto de cómo se desarrolla un hombre y cómo se desarrolla el espacio -finaliza Laura Amelia-. Tratamos de hacer un zoom back de cómo lo ve la tierra y esa fue la idea de donde partimos: hacer a este hombre pequeñito en todo este espacio, verlo desde más allá, a la vez que es muy íntimo, como si la tierra fuera un poco testigo de todo esto.

Este artículo se publicó originalmente en la sección de cultura del diario El Financiero (3/X/2011).

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