Proyección a cielo estrellado
Por Valeria Estefan
Aunque el fenómeno cinematográfico resulta más urbano que rural, especialmente en tiempos como este, de multisalas, el Festival de Cine en el Campo reúne filmes de temática agraria para efectuar entre abril y junio una gira itinerante con pantallas gigantes por seis estados de la República.
Unos esquites con mayonesa, chile y limón. O, por qué no, un café de olla caliente. Mientras se disfruta de una proyección bajo un cielo salpicado de estrellas con el canto afinado de unos grillos al fondo. Se antoja el panorama, ¿cierto?
Así de familiar, tradicional, cómodo pero innovador, se presenta al aire libre el Festival Internacional Cine en el Campo (FICC), y permite dejar a un lado las rígidas butacas de las salas de proyección y trasladar las exhibiciones a espacios abiertos.
Si bien es cierto que las ciudades están urbanizadas y tienen acceso a distintos modos de entretenimiento –como lo han llegado a ser las salas de cine– de las que carece la población en el campo, también es cierto que no resulta nada sencillo montar –o pensar hacerlo– una proyección en medio de cerros y montañas aradas, en donde habita más gente de la que uno pudiera imaginar. No obstante, resulta que esto es posible… tan posible como decir que por cuarto año consecutivo se llevará a cabo el festival de Cine en el Campo, un proyecto de la Fundación Todo por el Cine.
Desde el momento en que se logró capturar la imagen en movimiento así como reproducirla una y otra vez se ideó un lugar donde la gente pudiera asistir a la función. A partir de entonces, en las salas sólo se ha generado la espera mecanizada de un nuevo estreno, donde poco se reflexiona sobre los espacios de proyección y sus alcances; no se diga de lo mermadas que resultan las oportunidades para crear cortometrajes, documentales o largometrajes. Ante este panorama es que el FICC cede el paso a nuevos planteamientos y formas de hacer cine sobre el campo… y en el campo.
Con el móvil de llevar la pantalla grande a las zonas rurales, el FICC ha ido expandiéndose exitosamente a diferentes estados de nuestro país –Campeche, Chiapas, Estado de México, Guanajuato, Guerrero, Hidalgo, Jalisco, Michoacán, Morelos, Oaxaca, Puebla, Veracruz, Yucatán y Zacatecas–, llevando el Séptimo Arte a la gente que tiene curiosidad por experimentar la sensación de ver una película proyectada en la gran pantalla y que de otra manera requerirían de varias horas –o días– para llegar a una sala establecida; de gente que desea conversar sobre el filme después de su término o, mejor aún, de formar parte en la elaboración de una película, como se pudo constatar en el taller “Mira y Te Cuento”, que se realizó en el festival del año pasado, con participación de una población infantil de las comunidades de Isla Yunuén, Isla Urandén y Ucasanastacua, en Michoacán.
El país está ávido de jóvenes creadores en el campo cinematográfico, literal y figurativamente, los cuales, no necesariamente se encuentran en las ciudades. Quién podría negar que entre valles, senderos y tierras morenas se podría encontrar un gran director de cine, un excelso guionista y/o un magnífico productor. Que sea la zona más pura y librada de la mano del hombre la que invite a romper con la convencional idea de que el cine sólo es para los citadinos; que sea motivo para regresar la inspiración a donde muchas veces nace. En fin, el campo es un buen incentivo para llamar a la convivencia, para alentar a la búsqueda de algún desafío…en el campo del cine.
Desde el principio, el FICC ha tenido como propósito abrir las puertas a gente interesada en hacer cine para codearse con temáticas que atañen al campo –como lo han sido “La vida en el Campo Mexicano”, “Valores Humanos”, “Agua y Cosecha”, argumentos que se tocaron en el primer (2008), segundo (2009) y tercer (2010) festival, respectivamente–, experimentar en ese labrantío que da tanto de qué hablar, junto con la gente que lo trabaja; esas tierras de las que a menudo se olvidan sus escenarios majestuosos donde se puede disfrutar de la exhibición de un cortometraje al aire libre.
El cuarto Festival Internacional de Cine en el Campo es una vía alterna de exhibición de cortometrajes, una ruta que busca llevar el cine al ámbito rural para adentrarse en los matorrales, en los púrpuras atardeceres y los aromas frescos, donde el espacio se convierte en motivo de una reflexión, brindando oportunidad a aquellos talentos que buscan hacerse escuchar como el viento que sopla entre los trigales de nuestros campos mexicanos.
Dicen por ahí que “en todos lados brilla el sol”. Agregaría que la luna también presta a todo el mundo un momento de tranquilidad, junto con esa trillada inspiración que hace falta experimentar para echar a andar las ideas de los soñadores, pudiendo desarrollar fuera del ámbito urbano su creatividad cinematográfica.
El cuarto Festival Internacional Cine en el Campo, presentado por Fundación BBVA-Bancomer, se llevará a cabo entre los meses de abril y junio en diversas comunidades de los estados de Coahuila, Guanajuato, Jalisco, Nayarit, Baja California y Baja California Sur, bajo el tema: “Historias por un mundo mejor”.
El sábado 30 de abril comenzó la cuarta edición del Festival Internacional Cine en el Campo (FICC) con una función gratuita en el municipio de
Xichú, Guanajuato. Durante los meses de abril, mayo y junio el FICC visitará 51localidades en Guanajuato, Jalisco, Nayarit, Baja California y Baja California Sur. Este año, bajo el tema Historias por un mundo mejor, se seleccionaron los siguientes cortometrajes:
Eskimal, de Homero Ramírez Tena.
Noches de tungsteno, de María Torres.
Dulce, de Iván Ruiz Flores.
Luna, de Raúl Cárdenas y Rafael Cárdenas.
Algo está sucediendo, de Javier Yazp.
Azul, de Hugo Arizmendi.
La programación también incluye De adentro hacia afuera, de Mariel Alejandra Buenfil Blánquez y Prende tu foco, de Andrea Alcaraz, trabajos ganadores del concurso Hazlo en Cortometraje 2010, organizado por Fundación BBVA Bancomer y Fundación Cinépolis. La producción invitada es Los Invisibles, de Gael García Bernal y Marc Silver, realizado en colaboración con Amnistía Internacional.
El público será el jurado y decidirá qué cortometrajes serán premiados al finalizar la gira. El primer lugar ganará un viaje a Vancouver para proyectar su trabajo en el Vancouver Latin American Film Festival (VLAFF).