Guillermo del Toro y su historia de una ida y una vuelta

De la Tierra Media a las montañas de la locura

Es un gran mito que las películas de fantasía sirvan para la evasión y la diversión. Las de gran presupuesto significan una inmensa carga de trabajo, al menos para sus directores. En el caso de El Hobbit, el encargo que aparentemente consagraría a Gillermo del Toro acabó por detener dos años su carrera.

Por Sergio Raúl López

El 31 de enero de 2008 los augurios no podrían ser más promisorios para Guillermo del Toro. Ese día la noticia se había hecho oficial: el jalisciense radicado en Los Ángeles sería el director del díptico fílmico El Hobbit, la primera de las novelas que relatan el mundo de la Tierra Media imaginado por el escritor y lingüista inglés John Ronald Reuel Tolkien,  misma que sería producida por el neozelandés Peter Jackson.

De este modo, la carrera ascendente del inventor de películas como Cronos (1992) o El Laberinto del Fauno (2006), continuaría con uno de los proyectos fílmicos más importantes de los años recientes, las historia previa a la que aparece en las tres películas sobre El Señor de los Anillos (The Lord of the Rings, 2001-2003), que Jackson había llevado a la pantalla grande con dos características favorables: una adaptación relativamente fiel de las tres novelas que le sirvieron de base –que no pocos lectores le agradecieron– y un apabullante éxito de taquilla, que la colocó en términos de público, en el nivel de otras series fílmicas de éxito absoluto como La guerra de las galaxias y Harry Potter.

La decisión parecía acertada, ya que si un director especializado en cine gore de altas dosis de violencia y litros de sangre derramada, como Jackson, había sabido conseguir una inteligente mezcla entre las criaturas fantásticas, los lenguajes inventados y la poesía que pueblan las historias de Tolkien con gigantescas batallas llenas de adrenalina y muy bien elaborados efectos visuales, no cabría esperar menos del especialista mexicano en los relatos de terror y personajes peculiares como demonios, fantasmas y vampiros.

En el verano de ese año 2008, del Toro estrenaría en la cartelera mundial la segunda de sus películas sobre el personaje de cómic Hellboy y quedaba libre para abordar un proyecto tan grande que implicaba un presupuesto de 300 millones de dólares y dos entregas programadas para 2009 y 2010. Incluso, Hellboy II. El ejército dorado, podía ser visto incluso como un ejercicio de estilo para la siguiente magna producción que estaba por abordar, pues en la cinta abundaban personajes fantásticos como elfos, trolls y batallas de enormes ejércitos generados por gráficos de computadora.

Pero no podía esperarse otra cosa de un autor que ha dejado marcas tan personales en todos los filmes que ha dirigido –incluso aquellos por encargo–, más que el proyecto fuera creciendo y volviéndose paulatinamente más ambicioso en su planeación. Para agosto de 2008, en una entrevista para The Times on Sunday, del Toro declaraba:

“Estoy intentando ser fiel a lo que leí cuando era joven. Ese es El Hobbit al que estoy sirviendo. No puedo servirle a una película de Peter Jackson. Además, esperamos lograr transformarlo en una trilogía. Crearemos una expansión de lo que yace en los cuatro libros y en los numerosos apéndices. Yo no voy a ir a Nueva Zelanda por dos años para hacer una película. Me mudo por cuatro años”.

Sin embargo, precisamente cuando corrían los rumores sobre los actores que podrían conformar el elenco y el número de entregas que podrían acabar conformándose en torno a la historia, en el aire se presentían una serie de dificultades que, poco a poco, fueron tornándose visibles. La principal de todas fue el retraso del rodaje, porque la Warner Bros.  y New Line Cinema no poseían los derechos exclusivos para llevar la novela al cine, sino que los compartían con la Metro Goldwyn Meyer (MGM), estudios que enfrentaron una crítica situación financiera que le acercaba a la bancarrota, al no poder cubrir deudas por 3 mil 700 millones de dólares, y se mantenían a la espera de socios o compradores que le ayudaran a solventarlas, lo que detuvo, además del proyecto de El Hobbit, la siguiente aventura de James Bond.

Esta situación de incertidumbre impidió a Del Toro iniciar las filmaciones de la cinta, y peor aún, no contar con ninguna fecha probable de arranque –cada seis meses se proponía una nueva–, lo que le orilló a  tomar la terrible decisión de renunciar al proyecto, misma que dio a conocer el 31 de mayo de 2010.

“A causa de la demora en el comienzo de El Hobbit, me enfrento con la decisión más dura de mi vida. Luego de estar respirando, viviendo y diseñando durante dos largos años un mundo tan rico como lo es La Tierra Media de Tolkien, debo, con gran dolor, abandonarlo todo. Le agradezco a Peter, Fran y Philippa Boyens, New Line y Warner Brothers, y a todo mi grupo de trabajo en Nueva Zelanda. Soy un privilegiado por haber trabajado en uno de los más maravillosos países y con la mejor gente, me han cambiado la vida. La falta de una fecha me genera éste conflicto que ya sobrepasó el tiempo que podía dedicarle a éste filme. Pero como co-escritor y director, no puedo hacer otra cosa más que desearles la mejor de las suertes, y les aseguro que seré el primero de la fila para ver el trabajo final. Sigo siendo su aliado, de los realizadores presentes y de quien lo sea en el futuro, y les daré mi apoyo para poder crear una suave transición hacia un nuevo director”.

Los fans también filman

En contraste, mientras los problemas financieros impidieron la realización de esta magna producción cinematográfica, los seguidores de Tolkien y de las cintas de Jackson, decidieron que no tenían que esperar tanto tiempo y se procuraron su propio entretenimiento. El 3 de mayo de 2009, en el Festival Internacional de Ciencia Ficción de Londres, se estrenó The Hunt for Gollum (La cacería de Gollum), dirigida por Chris Bouchard, un cortometraje de 40 minutos que ejemplifica a la perfección el género de los filmes amateurs de gran producción, pues involucró a cientos de voluntarios y un corto presupuesto de 4 mil 700 dólares. Además, al ofrecerse de manera gratuita en la Internet y no perseguir fines de lucro, les permitió utilizar a los personajes de Tolkien sin infringir el derecho de autor.

“Fue realmente motivado por nuestro amor a este material. No podíamos esperar por El Hobbit y queríamos intentar añadir material a la saga. Filmamos cada fin de semana durante un año y realmente intentamos imitar el proceso cinematográfico profesional tanto como fuera posible dentro de nuestro apretado presupuesto. El resultado final es muy impresionante”.

Pocos meses después, el 2 de octubre del 2009, en la convención alemana dedicada al género fantástico Ring*Con, en Bonn, se realizó el estreno mundial de Born of Hope (El nacimiento de la esperanza), otra película realizada por los seguidores de El Señor de los Anillos ­­–llamados comúnmente fanfilms–, producida y dirigida por Kate Madison, que ya era un largometraje de 71 minutos de duración y con un costo menor a los 35 mil dólares –recaudado mediante donaciones privadas–, que también circula de manera libre por Internet y ha logrado más de un millón de espectadores.

La propia Madison declaró en una entrevista ofrecida al Festival in the Shire Journal: “Un fanfilm es una película que utiliza los cimientos de un trabajo ya existente, sea una cinta o un libro, sin las licencias específicas y sin interés comercial, con calidades muy variadas. Supongo que los fanfilms son simplemente otra forma para que los seguidores se sientan parte de algo que les gusta y disfrutan. Nuestro guión podría llamarse un fragmento de ficción de fan, en realidad. Tomamos unos cuantos nombres de personajes y una línea de acontecimientos y las expandimos hacia nuestra propia historia original”.

Zapatero a tus zapatos

El final de esta historia es de todos conocido. Tras su salida del proyecto de El Hobbit, varios estudios le ofrecieron propuestas a Guillermo del Toro. Pero unas semanas más tarde se conoció su decisión final: aceptar la propuesta de la Universal Pictures ­–compañía que le financió Hellboy– de filmar una adaptación de la novela de Howard Phillips LovecraftEn las montañas de la locura (At the Mountains of Madness ), y tendrá como productor a James Cameron (Avatar, Titanic) y como protagonista al actor que lo ha acompañado desde las épocas de Cronos, Ron Perlman.

En tanto, el proyecto de El Hobbit no le fue asignado a ningún otro director en reemplazo del mexicano, y el propio Peter Jackson deberá encargarse de realizar las dos cintas, en una producción que ya corre contra reloj pues deben estrenarse en 2012 y 2013, y sigue enfrentando obstáculos diversos como un amago de boicot por parte de la asociación de cineastas de Nueva Zelanda, que probablemente provoque el cambio de locaciones de la producción, además de los otros proyectos en los que el cineasta está comprometidos.

El propio Cameron recomendó al realizador tapatío, como amigo, abandonar el proyecto, como declaró al Sunday Herald Sun el 14 de agosto pasado: “Durante largo tiempo le aconsejé salirse de esa cosa porque sólo hay lugar para un capitán en esa nave. Instintivamente supe que Peter iba a hacerse cargo y hacer la película. Claro que hubiera hecho un trabajo espectacular, pero ¿no queremos todos ver que lo haga Peter? Él debía filmarlo y Guillermo hacer lo que sabe. Es lo que le dije a ambos: cada uno debería quedarse en su esquina”.

Realizar una adaptación cinematográfica que haga justicia al terror cósmico descrito por Lovecraft ha sido uno de los proyectos más anhelados de del Toro, quien tras el estreno de El Laberinto del Fauno, lo planteaba como una de sus metas a futuro: “Ya llevo tres o cuatro años con ella –decía del Toro en entrevista con el autor en 2006–, pero es una película muy cara y muy difícil, me parece que voy a tener que financiarla independientemente porque los estudios no están reaccionando ya que es una película muy cara con un final no feliz.

“Mi película trataría de hacer la gran escala de Lovecraft, que es cósmica, donde el hombre es una creación pequeñita e insignificante. Creo que utilizaría una mezcla de varios tipos de técnica pero lo digital me parece que sirve para representar su universo. Creo que Lovecraft principalmente está muy bien plasmado en los cortometrajes de los fans y en alguna que otra película que no es oficialmente de Lovecraft como el Alien de Ridley Scott o La Cosa de John Carpenter”.

Ahora, conseguirá hacer realidad sus deseos. Lo que le permitirá continuar en la línea de proyectos que le permiten abordar sus profundas convicciones sobre el género: “el cine fantástico resulta útil  para permitirnos hablar de nuestros defectos y hacer la paz con ellos, en lugar de hablar de virtudes y tratar de alcanzar la perfección.  Sirve para hablar de la imperfección y celebrarla. Justamente la gente que no tiene imaginación ni sentido del humor es la que provoca las guerras, las culpas y todos los malos rollos en la vida”.

“Creo profundamente que el monstruo es la exteriorización de algo con lo que nos cuesta mucho trabajo hacer las paces: es difícil aceptar que la regamos, que fuimos malos o que hicimos algo negativo. Es parte de la naturaleza humana cometer errores y ser imperfectos. Y el monstruo representa aceptar la responsabilidad de ser una mezcla del doctor Jekyll y Mr. Hyde; es decir que todos pretendemos ser Jeckyll y negamos a Hyde, y el monstruo nos ayuda a recordar que es una parte del ser humano. Justamente los seres más abominables son como el capitán Vidal de mi película (El laberinto del Fauno) o como muchas organizaciones políticas y religiosas tratan simplemente de darse baños de pureza. El fascismo siempre viene acompañado de ideas de hombres nuevos, puros, más fuertes, es decir, parámetros imposibles de cumplir. Y lo mismo sucede cuando la religión, en lugar de fomentar nuestra humanidad, afirma que cualquier rasgo de ella es pecado, malvado o condenable. Yo tengo muchísimas sospechas de todas las organizaciones que promulgan la perfección, en cambio celebro todo aquello que abraza, permite y acoge la imperfección”, resumió del Toro en la entrevista.

Este artículo forma parte de los contenidos del  número 13 de la revista cine TOMA, de noviembre-diciembre 2010 (ya en circulación). ConsultaAQUI dónde conseguirla.

 

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